Poderosa sinergia de protección, fuerza y equilibrio.
El jaspe dálmata nos aporta alegría, propósito y armonía emocional, mientras que el ónix nos proporciona fuerza, protección contra la negatividad y anclaje.
Juntos, estos cristales te ayudan a afrontar desafíos con optimismo y resiliencia, mientras fortalecen tu centro y tu conexión con la intuición.